Hoy me ha vuelto a pasar, he agachado la cabeza y simplemente lo he encajado como otras tantas veces, no tenía ganas de discutir, probablemente me esté inundando de nuevo la desilusión…
Llevo años intentando engañarme a mí mismo, pienso y me digo mentalmente “son unos pocos docentes”, “no son todos así” pero ya van muchas veces. De nuevo, hoy, 80 personas se han puesto a copiar un texto que estaba proyectado en la pared; de forma simultánea podemos escuchar durante 60 minutos como una voz se limita a leer en voz alta esas frases, una vez, y otra segunda más despacio.
El rebaño lo copia, y pasamos a la siguiente diapositivia, los minutos se consumen poco a poco… otra hora desperdiciada, la oportunidad que nos brinda juntarnos casi 100 personas con algo de trayectoria en la espalda se esfuma. Un nuevo cartucho docente desperdiciado. Aburrir en una clase es un crimen.
En mi vida universitaria he estado gran parte sentado en aulas, gradas, bancos, taburetes de laboratorio… intentando sacar provecho de esas horas cargadas de pasividad.
He probado distintos formatos docentes: prácticas sin sentido, seminarios que se limitan a cambiar de aula y dividir la clase en dos; debates que en realidad eran clases magistrales… me he metido en la piel de estudiante universitario a todos los niveles: diplomatura, grado, licenciatura, máster y doctorado. Ahora sigo formándome para poder ofrecer mañana cosas distintas a las que me han brindado la gran mayoría de mis docentes.
Seis años, distintas titulaciones, diferentes universidades, empezando nuevos proyectos con ilusión, y la amarga realidad vuelve a alzarse ante mis ojos.
Excusas, excusas baratas para justificar prácticas muy recurridas, antipedagógicas a todos los niveles, transparencias desactualiadas, diapositivas soporíferas o incapacidad docente… Casi todas relacionadas con la pasividad o el egoismo, sí, egoismo; ese sentimiento que te transmiten cuando ver una clase llena, callada y escribiendo es más importante que los conocimientos que haya dentro de las cabezas.
Si hay una práctica que me duele en el alma, es la de ir a clase para copiar, una hora dedicada a escribir en un papel palabra por palabra lo que un docente lee de sus diapositivas nivel amateur. Inocentemente, alguien levanta la mano por el bien de las muñecas colectivas, se le ha ocurrido que a lo mejor atendiendo a las “explicaciones” podemos estar más relajados y darle vueltas al coco.
-“Disculpe, ¿va a compartir las diapositivas? ¿estarán disponibles los apuntes?”
-“No, porque si no, no me escucháis.”
La contestación más adecuada ante esa observación debe ser “Efectivamente, si tus clases se van a limitar a repetir 3 veces cada una de esas frases, sin ampliar ningún dato adicional, sin dar un atisbo de relación con la realidad… nos ahorramos todos el esfuerzo”.
Entre esta colección de docentes también podemos deleitarnos con la fobia a la tecnología, hoy se ha juntado todo, y de paso nos hemos dado de bruces con la reticencia a tener ordenadores en clase justificado en “Porque no puedo saber qué estáis haciendo con ellos, si tomando apuntes o haciendo otra cosa…”.
Iluso de mí, personalmente desconocía que el folio en blanco y un bolígrafo eran garantía de atención y aprovechamiento. La creatividad remanente en nuestros secos cerebros probablemente permita a los alumnos inventarse un “ahorcado” o un laberinto a pesar de no contar con un portatil delante, y si no, podrían pintar símbolos fálicos en los bordes de la hoja.
A lo mejor el que está loco soy yo, que le tengo un aprecio especial a mi tiempo; ese mismo que podría dedicar a mejores tareas investigadoras que a transcribir lo que escucho.
Creo firmemente en la docencia y en la educación, es más, amo la educación, le dedico toda mi dedicación voluntaria, y por ello me fastidia que la docencia universitaria me siga desilusionando tanto. Ya sea desde una pizarra, a los mandos de un ordenador pasando diapositivas, o al lado de un proyector de transparencias, no soporto ver como se destripan disciplinas maravillosas, haciéndolas cruelmente intragables y se reduce la motivación del alumnado a un cero absoluto.
Esto es la pescadilla que se muerde la cola, no sé si la desmotivación docente provoca la del alumnado, o viceversa. Pero me amarga llegar a clase y ver a 80 personas y a una con bata sentir que los próximos 60 minutos que tienen por delante van a ser una obligación.
La cuna del conocimiento, el “Alma mater”, ese término que pretende significar “un todo, algo universal, unidad”. Esa institución que aspira a formarnos como profesionales y personas. Cada día me toca más… la moral.
Año a año descubro docentes muy buenos, pero la rutina en lo malo es una constante. Mi más profundo respeto a aquellos y aquellas que habéis conseguido que hoy esté aquí, y los que me motivan día a día; al resto simplemente recordadles que esto de transmitir es más complicado que superar un peer review.
Pues tienes toda la razón, excelente post. Por desgracia, la situación que comentas es más que habitual en nuestras aulas universitarias, aunque a muchos profesores-as universitarios nos avergüence que ocurra esto en nuestra profesión.
Hace tiempo escribí un post sobre esto mismo, pero desde la visión como profesor, te dejo el enlace por si te es de interés
http://blog.manuelfnavas.es/2012/11/21/haz-lo-que-yo-diga-pero-no-lo-que-yo-haga-la-historia-de-la-reproduccion/
Excelente entrada 😉
Y sin embargo, mil veces me he encontrado con que, cuando un profesor encarga un determinado proyecto para uno de sus seminarios, como por ejemplo leerse un puñado de artículos científicos (de esos que se publican en revistas que no todo el mundo puede entender, y en inglés, para más inri), los alumnos han decidido “pasar de todos esos gráficos y parrafadas” porque no lo entienden y no quieren perder el tiempo. Cuando, sorprendida, les pregunté por qué no iban a pedirle al profesor que se lo explicara, que para eso está, me contestaron, asombrados, “si hombre, y que nos de la chapa”.
Coincido en que muchas veces el profesor no emplea el mejor método para comunicar su asignatura (yo también he vivido eso de las diapositivas), pero habría que tener en cuenta que, a veces, eso es la simple consecuencia de un puñado de generaciones que no sabrían aprovechar la oportunidad de aprender ni aunque bailara desnuda delante de ellos.
Cuanta razón tienes, el día a día del universitario medio… Docentes mediocres creando profesionales mediocres debido a que han perdido la ilusión por su trabajo, y por transmitir conocimientos sin buscar que el alumno se interese por ellos…
Los docentes universitarios, sin importar especialidad (Aunque en algunas es más flagrante que en otras) ven a sus alumnos como enciclopedias, deben memorizar una ingente cantidad de datos sin buscar un porque o una utilidad más allá de llegar a un examen y vomitarlos, como los escribas de la edad media.
Sin ir más lejos estoy terminando un grado en Ingenieria Civil, y tengo profesores que ven el uso de las calculadoras programables como alguna tipo de práctica satánica… He llegado a escuchar que de alguno que nuestro deber como ingenieros, es memorizar un porrón de formulas y datos inútiles en lugar de aprender a usar una norma o instrucción…
Pero en fin, discutir con ellos es esperar como contestación alguna de las frases que has escrito en tu articulo.
Por desgracia estoy muy de acuerdo contigo. Es mi segundo añi en la universidad y es un cachondeo… Algunos no asisten a clase, se retrasan media hora o más, de yn día para otro (sin justificación de peso) camvian la clase… Un desastre. Además creo que son personas que están a demasiadas cosas y no se preparqn la clase, y eso les hace entrar en rutina, y nosotros perdemos interés y tiempo.
Pero yo creo que el problema es que les enseñaron a enseñar así. No conocemos otro método de enseñanza y no nos esforzamos por inovar… Pero esto pasa desde parbulario, por eso ir a la escuela es un coñazo, no nos divertidos aprendiendo, nos aburrimos, no nos despierta curiosidad
Yo iría más allá Tania. No “les enseñaron a enseñar así”, sino que directamente, nadie les ha enseñado a enseñar. Muy triste que para dar clase en la universidad no se tengan en cuenta las capacidades docentes.
La educación en España y no solo la Universitaria tiene un grave problema: quienes la imparten no son profesores. En otros países una vez que apruebas el bachillerato entras a Magisterio o a Profesorado en Institutos que no solo te imparten la materia a la que tu te dedicarás, sino también, pedagogía, psicología, métodos de dar una clase, etc. Pero por sobre todo se enseña a los futuros docentes a estimular la creatividad de los alumnos. Aqui a la creatividad se la mata, se la extirpa desde temprana edad y solo sobreviven aquellos que hacen caso omiso de los docentes. Cuando un alumno aprende de verdaderos profesores en primaria, la ESO y Bachillerato, al llegar a la universidas es exigente y no se queda callado, exige a sus profesores. Aquí parece que fueran Nobles a los que tienes que escuchar como si sus palabras fueran verdad absoluta que no puedes cuestionar y ellos lo quieren así porque sino se demostraría su incapacidad.
Genial síntesis Fernando. Ese cambio de percepción conforme avanzas bajo mi punto de vista se debe a la falta de vocación. No comprender cuál es la función en sí misma del docente es un error en sí mismo.
Muy buen post, te felicito. La verdad es que actualmente existe una fobia por parte de los profesores a usar la tecnología y creo que es por miedo a perder su autoridad frente a los alumnos. Los estudiantes sobretodo en su etapa universitaria y bachillerato no sólo deberían ser consumidores de conocimiento sino enseñarles y promoverlos para que estos sean proactivos es decir, productores de contenido. Como estudiante, sé que nada se saca de provecho en una presentación de powerpoint de una hora, pero aprenderé muchísimo más si nos invitan a buscar el contenido y a expresarlo a través de la tecnología, como a través de un post en un blog o un ThingLink o a través de HiperVídeos. Mi blog se llama sophosnautas.wordpress.com te invito a que te pases por aquí, suelo utilizar nuevas herramientas de docencia como las que te he mencionado.
Un saludo.
Buenos días 🙂 Estoy en mi último año de carrera y he pasado por todos los tipos de clase que has mencionado. Para las personas que ya de sí presentamos poca motivación para ir a clase (no para aprender) es inaguantable el tener que estar una hora y media escuchando a un profesor repetir frases que están escritas (incomprensiblemente a veces) en una diapositiva. El Powerpoint es una ayuda sí, pero para que los profesores no tengan que gastar su tiempo preparando clases. A mí me han pasado todos los temas de una asignatura en diapositivas del año anterior… y eran exactamente las mismas. El aula, desde el planteamiento del plan Bolonia, debería ser un espacio para debatir, generar ideas, expresarnos y formarnos en el trabajo en equipo, y realmente es un espacio donde nos concentramos como pollos de granja para asistir a un espectáculo esperpéntico que se repite sesión tras sesión como el Día de la Marmota.
Si pudiéramos evaluar a los profesores de la misma manera que ellos nos evaluan a nosotros, si de nosotros dependiera el futuro docente de los profesionales que nos dan clase, otro gallo cantaría.
Saludos!
Esta realidad encima ya esta contaminando los niveles secundaria y bachiller, con la de TIC bonitas y preciosas que hay para hacer una practica didáctica y en condiciones.
Me cansa estudiar asignaturas donde no paran de decirnos que tenemos hacer clases dinámicas e interactiva, y que el alumnado sea el prota, y ya hablo de niveles de enseñanza que incluye la formación ocupacional! Y luego no predican con el ejemplo.
Eso como la Uni a distancia, que he tenido asignaturas sobre la Edu a distancia y yo no veo ni la mitad de lo que predican que lo hagan ellos, ni un seminario por cam, ni apenas atienden emails o te aclaran algo por teléfono, solo te apelan a una página “y que esta en el libro”.
Es para llorar vamos!
Enhorabuena por el post! no conocía tu blog y te doy mi más sincera ENHORABUENA!!! En mi caso, estudie en Alicante, concretamente fuimos la segunda promoción de Diplomados en Nutrición Humana y Dietética… y vaya suerte la mía con el abanico de profesorado que en su día tuve… sólo se salvaba J.Hurtado (Han pasado 10 años y aún recuerdo como se llamaba) que hacía que sus clases fueran interactivas y muy participativas…en mi promoción “te hacían salir a la antigua pizarra”… había uno en particular que te hacía copiar literalmente unos apuntes que él dictaba que eran propiedad de una becaría (esto ya era de denuncia!),…
Yo misma, me he puesto al otro lado (en un IES) e intento no seguir los pasos tan estupendos que observe en la Universidad 😉
Saludos!!
Muy bueno! con su permiso, voy a ponerlo en mi Blog. Los invito a pasar a verlo:
http://www.kerfit.wordpress.com
Excelente
Buenas… Pues permitidme que tenga una opinión ligeramente discordante. Llevo 18 años en la universidad: 5 como estudiante de Ing. de Teleco, 3 como doctorando, y el resto como profesor e investigador. Cierto que me he encontrado con profesores que no tenían ninguna vocación ni ganas de motivar a sus alumnos, tratándolos como meros espectadores que no merecen más cuidado pero, sinceramente, han sido los menos.
Ahora os pido que, día a día, os imagináis el panorama que nos encontramos muchos docentes:
1. labores de investigación que se llevan gran porcentaje de nuestro tiempo, la mayor parte
2. labores de gestión de la investigación, solicitud de proyectos, solicitudes de financiación, congresos, viajes
3. preparación de material docente, cambios de planes y asignaturas, másters que aparecen y desaparecen…
4. y, ahora, lo más decepcionante: alumnos que se pasan la clase hablando por whatsapp, leyendo el periódico, pasando apuntes de otra asignatura… Que cuando les despiertas intentando captar su atención y pides una opinión, se quedan con los ojos en blanco. Que les pides que intenten hacer un ejercicio para revisarlo a la semana siguiente, y ni se bajan el enunciado del campus virtual
De verdad que somos muchos los que hacemos un verdadero show para motivar y captar la atención de nuestros alumnos, pero os aseguro que el día a día no es precisamente el de “aulas repletas de mentes brillantes que son sometidas al yugo de un docente que anula su capacidad de libre pensamiento”.
Yo tengo la suerte visto lo visto de no acudir a una universidad presencial. Este año termino mi grado en la UNED con 45 años.
Antes estudié Derecho en la presencial. Siento decirte que la Universidad presupone alumnos independientes, inquietos y sobre todo, capaces de gestionar sus problemas.
Si un profesor no cumple con unos estándares mínimos de calidad lo que hay que hacer es moverse para que las cosas cambien y no quejarse en la cantina.
Además se ha de asumir que ser universitario implica investigar, buscar bibliografía, moverse y sobre todo, amar la carrera que se ha elegido.
¿Es vuestro caso?
El mío sí.
No me gusta la gente que sistemáticamente culpa a los demás de todo, muchas veces nosotros somos alumnos poco motivados, y todos lo sabéis.
Yo puedo decir que amo mis estudios y eso ningún profesor lo va a cambiar.
Saludos y suerte a todos.