Cruel coincidencia que nos dejase hoy, precisamente en el día de Pi.
Bernardino del Campo López, de los profesores que más me han marcado nunca, nos dejó para siempre.
No solo es una triste noticia en lo personal, es una gran pérdida para Albacete y una gran pérdida para las matemáticas. Su trascendencia como profesor de esta rama es tal que hoy, él está aquí, en un blog que aparentemente no tiene que ver nada, de Nutrición y Dietética, aparentemente… y además, no solo por motivos personales, sino con todo su mérito profesional.
Hace no mucho me reprocharon el porqué de hablar tanto en el blog de los malcentes y lo desmotivantes que son algunos profesores, pero no tanto de los buenos docentes.
Respondí que era cuestión de representatividad. Si a lo largo de mi vida he lidiado con 100 profesores diferentes, solo puedo decir con seguridad que únicamente 5 te marcan como deben, y cerca de unos 20 se merecen una mención o un reconocimiento digno. Por supuesto ni todos son grandes docentes, ni todos son malcentes. El resto son simplemente profesores que pasaron sin más por tu vida.
Hoy quizás ya es tarde, y quien debería leerlo ya no puede. Pero me gusta pensar que entre todas las carambolas educativas que he tenido en mi vida vida, Bernardino, tuvo mucho que ver en la vocación profesional que hoy vivo.
Habrá quien piense que la nutrición no tiene que ver con las matemáticas. Puede que tengan razón, o puede que todavía no se hayan enterado de que las matemáticas lo son todo. Podría referenciar las bases que explican lo ligadas que están estas disciplinas: desde las reacciones fisico-químicas que explican lo que pasa en nuestro organismo, pasando por el aspecto económico-social de la alimentación, los flujos de tecnología alimentaria, los modelos de salud pública, bioestadística, epidemiología… En fin, no vale la pena ni entretenerse. Quien no sea capaz de percibirlo no cambiará su percepción con la lectura de un post.
Él solía decir, “¿sabéis para qué sirven las propiedades de los logaritmos? ¡Para ligar!” Recuerdo hablando de precisión con las 16551 localidades que por aquel entonces tenía el Carlos Belmonte.
También me viene a la cabeza con añoranza sus explicaciones de seno-coseno haciendo una cruz con el brazo, o las de cóncavo-convexo mientras lanzaba besos a la clase para que lo recordáramos bien.
Sus clases eran inspiradoras, y era de los pocos docentes con el que los fallos siempre los atribuías a tus propios errores y no a la subjetividad del mismo a la hora de corregir, al “me tiene manía” o a la mala suerte.
Pero sobre todo recuerdo el primer día en el que un matemático me habló de nutrición.
Si me tuviera que quedar con algo de él, sería con la manera en la que explicaba. Te hablaba diferente, porque te lo explicaba, no era recitar, no era contar por contar. Era la más pura y exacta definición de “explicar”. Si bien es cierto que su metodología no distaba mucho de lo convencional: clases magistrales, ejercicios, problemas y correcciones… Alguna vez innovaba, y precisamente ese episodio explica la entrada de hoy.
Sería el año 2003 o 2004, estábamos centrados en las funciones trigonométricas y nos pidió que al día siguiente lleváramos un trozo de cartón, unas tijeras, una regla y un hilo. Nos dijo que con ello íbamos a construir un calculador de senos, cosenos y tangentes para cualquier ángulo. Pero que a pesar de lo rudimentario de su construcción, era muy importante lo que lo haría funcionar: una pieza de fruta, pues este artilugio solo podía utilizarse con ella.
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Me temía alguna explicación derivada de la esfericidad de las frutas. Llegué a pensar que usaríamos el tentempié de media mañana de ese día para dibujar una circunferencia o algo así. Por eso elegí una naranja, incluso llegué a esbozar alguna sonrisa pensando lo ilusos que serían aquellos que llevasen un plátano. Nada más lejos de la realidad.
Al día siguiente todos estábamos allí con nuestro material y nuestra fruta. El fundamento era sencillo: crear un círculo de radio conocido con el cartón y pegar en el centro del círculo un extremo del hilo, de manera que se pudiera mover para formar el ángulo que tu quisieras. De esta manera, cuando ponías el hilo en la posición de un ángulo cualquiera, podías averiguar su seno y su coseno midiendo directamente con una regla la distancia del hilo a la línea de referencia (ya fuese 0 o 90 grados).
Por ejemplo, si tu círculo de cartón tenía 10cm de radio, y ponemos un ángulo de 90º grados. Al medir la distancia a las líneas de referencia (0 y 90º), obtenías los resultados del seno (en este caso = 1) y del coseno (en este caso = 0). Tan sencillo como dividir entre 10 tu medida con la regla.
Realmente el artilugio no era útil desde el punto de vista práctico en el día a día, pero sí que era muy didáctico para observar de una manera muy gráfica cómo cambian los parámetros conforme modificas el ángulo. El caso es que nunca más tuve que consultar una explicación gráfica de qué era cada cosa en trigonometría).
La viva muestra del famoso “Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí” de Confucio.
Pero quedaba lo mas importante. Todos teníamos nuestro taller terminado pero realmente no sabíamos por qué era necesaria entonces la fruta, ya que todo esta terminado y no habíamos recurrido a ella. Cuando en ese momento le preguntamos ¿por qué hemos traído la fruta, si no ha servido para nada?
Él respondió “¿Cómo que no? Gracias a la fruta habéis tomado siempre un montón de vitaminas, y sin ellas no podríais pensar, que es al fin y al cabo lo que hace falta para usar este calculador trigonométrico. Toca descanso, así que ya sabéis, tomaos vuestra fruta y nos vemos mañana”
Sinceramente nunca me imaginaba que el motivo fuese ese. Así que por pasarme de listo, los del plátano no fueron los pringaos’, sino que lo fui yo con mi naranja que tuve que “pellizcar” por no disponer de cuchillo para pelarla.
Hubo a quien le pareció decepcionante, hubo a quien le pareció brillante. Pero cada vez lo valoro más y concluyo que fue magnífico.
Claro está que la afirmación a nivel nutricional no es ni purista ni especialmente rigurosa. Pero sin duda estuvo a la altura del profesor que fue, sobre todo por hacer esa defensa y ese fomento de la fruta como profesor de matemáticas a unos jovenzuelos de instituto.
Al margen de esta anécdota, todos los conocimientos matemáticos y físicos del instituto, han sido imprescindibles para enfocar y razonar muchas cosas de mi formación universitaria, en especial las de investigación y las de Ciencia y Tecnología de los Alimentos. Un aprendizaje de papagallo, de los de memoria, y sin razonamiento nunca me habría permitido superarlo, y quizás es el momento de agradecerlo.
Me arrepiento de cuando hace poco me junté con algunos compañeros de esa época y hablamos sobre su estado de salud, muy delicado por motivo de su cáncer. Pensé “voy a dedicarle un post, para que sepa todas las veces en mi vida universitaria que me he acordado de él” este post llega tarde para él, pero no para que el resto sepa lo que hizo. Todo mi apoyo a su familia y allegados.
@Albaceitor yo más que algo cruel lo veo como su última guasa, no podía ser otro día
— Jorge Nious (@Jorgenious) marzo 14, 2015
Un muy emotivo y sincero post. te sigo en el blog y me gusta mucho.
Seguro q el profesor está muy orgulloso de ti.
muy bién, adelante
Yo también tuve la suerte de recibir sus clases, y mi sobrino las estaba recibiendo, por eso supe de su enfermedad. ..
Totalmente identificada con todo lo que dices, un profesor que explicaba!!!Que se preocupaba si te veía con mala cara, un profesor vocacional. ..
Todo mi apoyo para sus familiares, y donde esté, este brindis desde aquí. ..
D.E.P.
Gran profesor y mejor persona. D.E.P.
Como compañero y amigo de Nino te doy las gracias por estas emotivas palabras
Es lo mínimo que se podía hacer Juan.
Siento mucho la pérdida, mucho ánimo en el día de hoy.
Fue profesor mío en la U. Laboral allá por 1983… Que grandes recuerdos. Descanse en paz.
Gran profesor, en la universidad también dio clase, muchos lo recordaremos. Buen artículo. DEP.
Un gran profesor, excelente persona, una gran perdida, ahora que estamos tan necesitados de gente honesta, sencilla y vocacional. Tengo frandes recuerdos de cuando era mi profesor en la Universidad Laboral, hacia facil lo dificil. Gracias Bernardino. DEP
Es de esos profesores de los que te acuerdas, y no como el 89% de los que me he cruzado en toda una educación primaria, secundaria, dos carreras y un máster.
Una gran pérdida para el mundo de la enseñanza 🙁
Un gran profesor y persona. Siempre sensible a los problemas de sus alumnos y siempre cercano a ellos. Tuve el placer de disfrutar de sus clases en 1 de BUP y COU en los años 80 en la U Laboral. DEP
Hay Parrilla. Que triste, verdad..
Pues sí una pena, y te doy la razón, fue genial lo de la fruta. No sé que pasaría si hoy a un profe se le ocurriera hacer eso…creo que le tirarían la fruta a la cabeza, o bueno lo mismo se quedan atónitos mirándo a la fruta esa que tienen mucho móviles…
Hay profesores que nos marcan… y que no se olvidan en toda nuestra vida. Creo que es bonito que seas tan buen profesor como para que años después tus alumnos te dediquen un post, ya sea en vida o póstumo.
Besos!
Gran persona, gran profesional, estoy segura que no es tarde y desde donde esté lo percibirá. Además estoy segura que él lo sabia.
Gracias Aitor por refrescarnos la memoria con esas maravillosas clases tan motivadoras que daba Nino. Una gran persona. Vocacional. Inteligente. Amable. Educado. Simplemente Brillante!!!! Gracias a profesores como el nos hemos formado como personas y profesionales. Gracias Nino.
Aitor, como compañera y amiga de Nino, infinitas gracias por tus palabras.
Gracias a la vida de Nino, gracias por todo lo que nos ha aportado a quienes hemos tenido la suerte de cruzarnos en su vida, por todo lo compartido…
Paloma
Muchas gracias Paloma. Siento mucha la pérdida que has tenido. Era lo mínimo que podía hacer por un profesor que ha aportado tanto a tanta gente.
Un saludo
Leyendo este post me he emocionado porque ese profesor tuvo la suerte de tener alumnos que supieron apreciar su esfuerzo, sensibilidad y dedicación.