Recuerdo cuando todavía estudiaba Ciencia y Tecnología de Alimentos, las prácticas y las visitas a almazaras eran de las más comunes. Creo que esto era así primero por cercanía (pillaba realmente cerca de la Universidad de Granada), y segundo por familiaridad y “sencillez”. Me refiero a que la obtención del aceite de oliva y su producción es algo relativamente sencillo, y digo relativamente porque en realidad es algo muy desconocido.
De hecho, parece que hemos dado por hecho que el aceite ha estado siempre con nosotros, y que seguirá siendo así por el resto de nuestra vida, ¿o puede que no?
¿Cuál es la situación del olivar en España?
El olivar tradicional supone más del 68 % del total cultivado en España. De este total cultivado en España, más del 30 % es Olivar Tradicional No Mecanizable (OTNM), unas 530 mil hectáreas y 240 mil explotaciones con una superficie de entre algo menos de 1 y 3 hectáreas cada una.
Estas explotaciones, repartidas principalmente por Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Cataluña y Comunidad Valenciana, son una característica particular de nuestro país, con un sector productor muy atomizado. Estos olivares, productores de un aceite de gran calidad y singularidad, son clave en la economía, el cuidado del medio ambiente, la desertización y la despoblación de las zonas rurales, además de ser parte de nuestra cultura.
Los tres principales países productores (España, Italia y Grecia) aportan más del 65 % del aceite de oliva en el mundo, los 5 primeros más del 77 % y los 10 principales el 91,63 %, mientras el otro 8,37% se produce en los 54 países productores.
¿Se consume más aceite de oliva europeo que antes?
El aceite de oliva es un producto de familiaridad o cercanía, que se consume sobre todo en los tres principales productores (40 % en España, Italia y Grecia), en los tradicionalmente productores (23 % en Turquía, Marruecos, Siria, Argelia, Portugal, Túnez y Jordania)
El consumo a nivel mundial se ha incrementado en más de un 6,4%, lo que supone un crecimiento por debajo del registrado para la oferta (+11,9%). También se debe destacar el fuerte retroceso que ha experimentado el consumo de aceite de oliva en los países tradicionalmente productores, como pueden ser España, Italia y Grecia, cayendo un -16% su consumo medio.
La pérdida de consumo de 286 mil toneladas en los últimos nueve años en los mercados productores maduros (España, Italia y Grecia) y su ralentización en nuevos países consumidores como Alemania, Francia y Estados Unidos en el mismo periodo hace que el modelo actual no esté garantizado.
Todo parece indicar que en los próximos años se acrecentará la brecha entre oferta y demanda de aceite de oliva, y se situarán entre 1 y 2 millones de toneladas de exceso en la producción.
De persistir la tendencia actual de pérdida de consumo, la baja rentabilidad y la expansión mundial de la olivicultura, y si no se toman medidas al respecto, más de 500 mil hectáreas de olivar español corren el riesgo de ser abandonadas de aquí a 10 años, lo que supondría que desaparecería nada menos que el 20 % de la superficie total de olivar cultivado en nuestro país.
¿Por qué es importante mantener el olivar tradicional?
El olivar tradicional, con olivos más antiguos y de poca densidad, en muchos casos no es mecanizable por lo inaccesible del terreno y, por lo tanto, no pueden competir por precio, por lo que son los más afectados por la desvalorización de la categoría y la pérdida de consumo. La posible desaparición de ese 20 % del olivar español pone en riesgo el liderazgo mundial de España en el sector.
El abandono de este tipo de cultivo tiene también un impacto medioambiental negativo. Su mantenimiento y cultivo mantienen la calidad de la tierra, frena la desertización y contribuye a la lucha contra el cambio climático por su elevada capacidad de absorción de CO2.
Con los años además, este proceso se ha hecho mucho más eficiente, de modo que se ha podido combinar e introducir las tecnologías productivas al sector agrario.
No solo es importante todo ello, sino poder contar con aceites que de verdad velen producciones que sean sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.
Aquí los consumidores tenemos una especial responsabilidad, ya que podemos elegir aceites no solo de cercanía, sino de producción más éticas medioambientalmente y socialmente.
La próxima vez que vayamos a comprar una nueva botella o garrafa de aceite, es un buen momento para tener todo esto en cuenta.
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Este post es una colaboración con Deoleo que sigue la política del blog, que me escribió para visibilizar la iniciativa “Salvemos el buen aceite” con el fin de evitar la desaparición y pérdida de medio millón de hectáreas tradicionales.
A mí se me ocurrió que la mejor manera de hacerlo era un post como este, acercándoos cómo es el proceso de producción del aceite y el estado en el que se encuentra el sector, además de por supuesto remarcar la importancia y repercusión que tiene el sistema de producción en el tejido socio-económico de nuestro sector primario, especialmente en Andalucía.
Una entrada de diez. Nosotros como productores y envasadores, instamos siempre al cosechero de ayudas fitosanitarias para el cuidado del árbol a lo largo de todo el año, para poder mejorar tanto la producción, el aceite y sobre todo dañar cuánto menos el árbol mejor.
Además, el consumidor poco a poco se va mentalizando en querer un mejor aceite, en especial un aove, de recién cosecha, que no le importa pagar un poco más por mejor calidad (y esto está comprobado a través de laboratorios de cata debido a la mejor propiedad organoleptica).
Saludos.