Muchas personas ya eran conscientes de unas de las mentiras más extendidas en la historia de la nutrición. ¿De qué hablo? De la relación del consumo de alcohol y la salud.
Un mantra divulgado a fuego entre la población general: Esa copita de vino al día o la cerveza para rehidratar, ambas vendidas como elecciones saludables que se promocionaban como ¡incluso mejores! que el agua. Casi todo ha valido en la propaganda del alcohol.
Relativizando un poco, sí que es cierto que parecía aceptarse con normalidad el hecho de que el alcohol era un factor de riesgo para algunas enfermedades y cánceres (colorectal, mama, faringe, laringe, bucal, esófago, hígado). Al fin y al cabo, nuestra sociedad siempre ha tenido claro eso de que “todo en exceso es malo”.
El problema es que no estamos tan acostumbrados a analizar y evaluar el riesgo de otras cosas que tomamos a diario, como son los alimentos ultra-procesados, la bollería, los embutidos y por supuesto las bebidas alcohólicas. Ahí ya nos cuesta encajarlo, porque reconocer que un hábito rutinario pueda afectar a tu salud es más peliagudo, nos remueve los adentros.
Lo destacable del estudio recién publicado en Anales de Oncología es la relación que tiene el consumo “moderado” de alcohol con diversos tipos de cáncer como el orofaringeo, esofágico y de mama.
No se trata de una simple correlación, como esa paradoja francesa a conveniencia que ha usado la industria del alcohol para intentar hacernos creer que el vino era fuente de salud. Hablamos de una “causa”. Aunque todavía no somos capaces de conocer todos los mecanismos bioquímicos que hay detrás de ello, la repercusión que tiene en el desarrollo de la enfermedad es crucial.
Por ello, “todos los mensajes que vinculan al alcohol con protección cardiovascular deben de ser tomados con mucha prudencia y especial escepcticismo”. Principalmente porque se trata de estudios y ensayos aislados que miden la actividad de unos pocos compuestos del vino. ¿Qué más da que el vino tenga potentes antioxidantes o resveratrol si en su conjunto no es un alimento saludable debido al alcohol que posee?
Una falacia similar fue la que tuvimos que vivir al escuchar que la Coca-Cola tenía efectos antioxidantes. Particularidad simplemente anecdótica frente a la cantidad de azúcar que posee.
Volvemos a escuchar que el alcohol provoca cáncer, y la noticia intenta pasar inadvertida, casi como si no quisiéramos admitirlo, casi como si quisiéramos borrarla y que no sea cierta. Se preguntaba recientemente Juan Ignacio Pérez ¿Qué pasaría si en lugar de ser el alcohol, se publicaran estudios relacionando con semejante robustez la aparición de cáncer con el wifi, las antenas de radio o los aditivos?: Sin duda tendríamos una alarma social, en la que muy probablemente se estarían pidiendo a las autoridades que tomasen medidas drásticas.
Sin embargo parece que nuestro país quiere mirar hacia otro lado, seguimos haciendo apología del gin-tonic, considerando un “machote” al que más bebe y tildando de débiles incluso a las personas que escogen versiones sin alcohol.
¿Quién y por qué sigue defendiendo el consumo de alcohol?
A nivel institucional seguimos con guías alimentarias que siguen incluyendo a las bebidas alcohólicas bajo la palabra “moderado” y “responsable”. E incluso tenemos guías de hidratación que indican que su consumo moderado ha demostrado beneficios en adultos sanos.
¿A qué están esperando todos los organismos que han recomendado el consumo de alcohol a alertar de que causa cáncer?
Una recomendación laxa y tan malinterpretable que ha hecho que hayamos recomendado el alcohol por encima de nuestras posibilidades. Sin embargo, nada más lejos de la realidad: no hay una cantidad “recomendable” y por tanto hay que zanjar tajante que el consumo de alcohol es injustificable desde el punto de vista médico y que cuanto menos alcohol mejor.
Mientras tanto, nuestros famosos y nuestros deportistas siguen vinculando su imagen a la de bebidas alcohólicas. Al mismo tiempo alcanzamos consumos de record anecdóticamente vergonzosos, vinculaciones de su consumo con la salud inadmisibles. El reciente estudio los describe como “mensajes conflictivos y confusos en los medios de comunicación”.
Viendo esta política de comunicación es entendible que su ingesta no baje a los niveles que debería. Es cierto que hemos vivido un descenso en los últimos años, pero el volumen por persona supera los 11 litros anuales. Con más de un 13% de la población que bebe diariamente y otro 38% que lo hace al menos una vez cada semana. (Fuente ENS 2011)
Esta última publicación sigue haciendo incomprensible la defensa de su promoción y de su consumo. La también reciente investigación publicada en marzo en el Journal of Studies on Alcohol and Drugs, incluyó un análisis de 87 estudios, tras el cual concluía: “el consumo moderado de alcohol no presenta ningún beneficio respecto al ocasional o la abstinencia”. Cabe preguntarse:
¿Por qué entonces se sigue promocionando desde distintos estamentos “sanitarios”?
¿Por qué se sigue presentando como saludable para la población?
¿Por qué hay profesionales de la salud que siguen recomendando su consumo?
¿Por qué hay científicos y encargados de sociedades científicas en el comité científico de entidades como Cerveza y Salud?
Y lo más incómodo:
¿Por qué dejamos que la industria del alcohol influya en el desarrollo de políticas de salud pública?
Sin duda, la respuesta está muy alejada de la ciencia, de la lógica, pero especialmente de la ética.
Gran artículo Aitor. Considero vital aclarar este tema, ya que muchas personas siguen pensando a día de hoy que el consumo de alcohol puede reportar definitivamente algún beneficio para la salud humana cuando no es así ni de lejos, y la ciencia lo demuestra.
De lunes a jueves no bebo. El viernes la mayoría de las veces tampoco. El sábado por la mañana una cerveza con el aperitivo (y en la comida agua), el domingo otra cerveza en el aperitivo (y en la comida agua si como en casa sin invitados, sino vino), y rara vez después de comer una copita.
¿Es demasiado?
Amos, no me jodas.
El ser humano necesita placer, y en mi caso el placer lo obtengo de las siguientes fuentes:
– comida, especialmente sabores dulces, salados o especiados. Unas lentejas no me aportan placer, salvo cuando encuentro el trozo de chorizo.
– bebida. También encuentro placer bebiendo agua, de hecho, es lo que más bebo, pero con un plato de patatas bravas, morro o puntilla, como que una cerveza mejor.
– sexo. Nunca me canso.
– contenidos culturales. Series, alguna película, podcast, internet, ebooks, etc.
– deporte, esfuerzo, aire libre. Bicicleta de montaña o senderismo en mi caso no puede faltar una vez por semana.
No me veo capaz de prescindir al 100% de ninguna de las fuentes.
Eso sí, entiendo que no se debe banalizar con el tema, y por otra parte, que hay una industria muy potente detrás del alcohol (y demás fuentes del estilo de vida placentero).
Saludos.
Cada uno es libre de hacer lo que quiera, por supuesto, de lo que aquí se trata es de que no te vendan como sano algo que no lo es.
Tu decides correr tus propios riesgos, pero para que sea una decisión verdaderamente libre hay que estar bien informado y ahí es donde está el problema.
Ese argumento flaquea un poco cuando las consecuencias de tus decisiones las pagamos entre todos, ¿no crees?
Entiendo que te refieres a que la Seguridad Social la pagamos entre todos. Si es así, no estoy de acuerdo con tu comentario y me parece peligroso.
La Sanidad Pública tiene que ser un derecho y no tiene que estar condicionada a los comportamientos individuales. El Estado debe de invertir en concienciar a la población, en mantenerla informada de forma veraz (no siempre lo hace, tu si, es de agradecer), invertir en políticas que aumenten la salud de la población como el deporte, información sobre nutrición etc. Pero no podemos caer en el argumento de que como la Sanidad Pública se paga entre todos, cada individuo tiene la obligación de tener unos hábitos de vida 100% saludables.
Me parece peligroso el comentario porque siguiendo esa línea argumentativa se puede llegar a concluir (no digo que tu lo plantees) que se debe restringir el acceso a tratamientos para el cáncer a personas fumadoras que es un debate que se está planteando en algunas partes del mundo: http://www.elperiodico.com/es/sanidad/20160905/sanidad-publica-inglesa-plantea-excluir-furmadores-y-obesos-operaciones-quirurgicas-5362303
Soy favorable a concienciar, a ayudar y a fomentar hábitos saludables pero no a imponerlos. Ni mucho menos condicionar derechos tan fundamentales como la asistencia médica.