Si yo tuviera un portero en mi plantilla, cuando tocase entrenar penaltis no lo mandaría a limpiar las botas.
No entiendo muy bien por qué entonces en la universidad hay tantas ‘posiciones’ cambiadas. Da demasiada pereza refrescar y dar paso a un profesorado con ideas distintas, incluso cuando la temática que se imparte esté obsoleta, o el joven está más formado en ella.
Decir un “yo sigo impartiendo esto que ya tengo el power point preparado” es tan incomprensible como el delantero que le dice al portero suplente “bah, ya paro yo el penalti, que tengo los guantes puestos”.
Si Confucio reformase los planes de estudios, enmarcaría su frase “Me lo contaron y lo olvidé, lo vi y lo entendí, lo hice y lo aprendí” en la puerta de cada Departamento Universitario de la geografía española.
Ocurre una particularidad, y es que en aquellas carreras en las que no hay profesores que han ejercido la misma, no llegamos ni a ese primer paso de Confucio. Simplemente se imagina. En Nutrición y Dietética, las aulas son escenario de ‘contar’ cosas, pero poco de ‘ver’ y ‘hacer’. El aprendizaje ya otra cosa, cuestión de pesca de altura para cada estudiante.
Cuando se habla sobre el porqué de esta situación, me irrita especialmente la frase de “hace falta que más profesionales se saquen el doctorado”, porque es una condición insuficiente. No, de esos ya hay bastantes. Lo que hace falta según el sistema es más gente dispuesta a esperar “el turno”. Espero que a estas alturas de la película, la gente se haya desencantado del cuento de hadas y haya visto que la universidad española tiene funcionamientos muy peculiares.
Entre otros, curiosamente hay demasiados apellidos que se repiten, demasiados lazos familiares y sentimentales en los mismos centros, ¡Qué bonito! ¡Ahora la vocación va en los genes! Y de ahí a los méritos de los concursos. Todos sabemos de alguna experiencia en que las plazas pública de muchos centros, surgen no por cubrir necesidades reales del alumnado, sino otras más alejadas del aprendizaje. Falta poco para el descaro de poner en muchos perfiles que se buscan únicamente docentes que midan 1,83, morenos, gafas y nacido en el Toboso.
Estas, entre otras características propias, señalan sin quererlo el centro de interés de la docencia. La universidad no gravita alrededor del aprendizaje, tampoco del alumnado. Este giro constante ha condenado a la universidad a la crisis actual, con una órbita que era muy fácil de predecir. ¿O qué creemos, que el resultado actual no se podía haber predicho?
No hace falta ser un lumbreras para saber que si montas un modelo de enseñanza, alejado de la didáctica en sí misma, en algún momento habrá problemas de formación.
- ¿Qué cabría esperar de plazas en las que no se tiene en cuenta la capacidad docente?
- ¿Qué cabría esperar de un modelo que no reconoce la divulgación y la docencia?
- ¿Qué cabría esperar de concursos en los que se ignora la vocación docente?
- ¿Qué cabría esperar cuando los requisitos son más cercanos a vivir en un laboratorio que a mirar a los ojos del alumnado?
- ¿Qué cabría esperar si la educación la prohibimos todos?
Pero de pronto, abrimos los ojos, vemos la motivación universitaria exterminada por una mala docencia, nos echamos las manos a la cabeza, nos hacemos los tontos y nos preguntamos ¿¡Cómo ha sucedido esto!? En serio ¿qué nos sorprende?
No puede ser muy chocante que el profesorado sea co-responsable, porque aunque su praxis no es justificable, sí que es entendible por cómo está montado el sistema. Jamás justificaré a un docente que pierde la posibilidad de inspirar a su alumnado, pero entiendo que ante la falta total de motivación, reconocimiento y estímulo, prefiera repetir las diapositivas del año pasado. Es entendible solo desde la empatía, pero nunca es una posición digna de defender, porque la calidad y la responsabilidad va, o debería ir al menos, en el cargo.
No, la culpa no es solo del profesorado. Son simplemente circunstanciales; solo son el resultado de un modelo. Y cuando pasan a formar parte de este bucle, difícilmente conciben cambiarlo. “Ha sido así toda la vida”.
Es inaceptable que ir a la universidad sea como asistir a misa, sobre todo cuando el fraile no se ha formado en otras religiones y únicamente sabe recitar la suya propia. Estimado profesor que imparte docencia a una profesión distinta a la suya, entendemos que fuiste monaguillo de tu religión, pero al menos ten la decencia de sumergirte en otras disciplinas si vas a evangelizar en lo que no conoces.
Y en el caso de que no tengas ni el tiempo ni la motivación de entender nuestro mundo, nuestra profesión, nuestras herramientas de trabajo, al menos ten la decencia y la humildad de asumir los límites, y de entonar si es necesario el “no lo sé, te lo miro para mañana”.
Cuando tienes que dar una sesión frente a un público que es mayoritariamente de otra especialidad, es cuando más prudente se debe ser. ¿Por qué no es la norma? ¿Por qué sucede justo lo contrario y se acaba hablando desde un parapeto? En mi caso particular, cuando me ha tocado impartir clase a otra profesión, sobre todo futuros farmacéuticos, nunca les he dado la Nutrición con cuchara y babero, “traga, que esto es lo que hay”. Y que conste que motivos de resentimiento no faltaban.
Esa justificación del profesor cabrón que todos llevamos dentro pensando “ahora os vais a enterar de lo que es condensar mi campo de estudio en unas pocas horas” es tan atractiva como poco útil. ¿Por qué recrearse en ella? ¿Al fin y al cabo, qué parte van a necesitar o aprovechar los chavales en su aplicación profesional? Esa es la pregunta que debería hacerse cada docente 5 minutos antes de atravesar el marco de la puerta de un aula.
Salir satisfecho de una clase si consigues sembrar una inquietud, eso debería ser un objetivo. Porque si varios futuros farmacéuticos se plantean la inutilidad de los complementos de parafarmacia que invade las estanterías de su botica, ya hay un germen nuevo que no existía. ¿Cuándo la satisfacción de un docente se quedó limitada a dar 25h de lo mío? ¿Cuándo perdimos el horizonte para darle más importancia al ser escuchado que a lo que se aprende?
Es de entender que carreras con más tradición, aunque tengan asignaturas más específicas, acaben aportando con facilidad el ejercicio profesional de una profesión con recorrido. Pasará en Farmacia, Medicina, Enfermería… cuando se habla de igual a igual se entiende la gente. Sabemos de lo que hablamos.
El panorama cambia cuando esos profesionales van a “hablar de su libro”. Cuando la aportación final no importa, “señoras, señores, yo he venido aquí a enseñarles parasitología, bioquímica, anatomía, cojan apuntes, ya si eso, encapsulan la clase como mejor les convenga, que con vaselina todo es más llevadero”.
Lo inaceptable es que el propio alumnado no sea capaz de identificar bien sus competencias profesionales, que tenga dudas en explicar a qué se va a dedicar, o qué desempeño profesional puede hacer porque nadie se lo ha enseñado. Dudas, por un lado derivadas del desconocimiento del profesorado que le da clase, y por otro lado porque el aprendizaje desde el ejemplo es imposible. ¿Cómo va a existir un aprendizaje profundo si el profesorado mismo no está familiarizado con la aplicación? ¿Qué aplicación práctica se puede dar? ¿Qué manejo de situaciones reales? ¿Qué me vas a hablar de dietas si no has diseñado ninguna? ¿Qué me cuentas de APPCC si no has pisado una planta de producción? ¿Qué me explicas de dolencias si no has visto la cara de un paciente?
Aprender a ser dietista-nutricionista, o cualquier otra profesión sin ningún profesor que lo sea, es simplemente un reto, un ejercicio de imaginación que nos requiere esfuerzos ingentes tras graduarse. Cuando trabajo en diferentes proyectos, escucho con relativa frecuencia: “los nutricionistas tenéis muy buena presencia en Redes Sociales”. Creedme, no es mérito nuestro, sino de las circunstancias. Pura supervivencia. Tan poco meritorio como una gacela que se pone en pie en el Serengeti al poco de nacer. Nuestro parto es la graduación.
Estamos pretendiendo que los futuros profesionales marquen goles viendo diapositivas de qué es un balón, haciendo problemas de trayectorias del golpeo de la pelota, estudiando las propiedades del cuero, de la hierba, de la red… y si eres afortunado te llevan de excursión al campo de fútbol. ¡Enhorabuena, hay 10 plazas para cortar el césped! Puedes entrar al vestuario a limpiar las duchas, tu trabajo lo supervisará el utillero.
Los goles los hemos tenido que aprender a marcar fuera de la universidad. Y antes de empezar a chutar fuerte hubo muchos balonazos en la cara. Es increíble cómo ha cambiado el paradigma de la enseñanza, hoy puedes acceder desde casa a una información veraz y de calidad a base de blogs, redes sociales o incluso vídeos. Recursos tan útiles como “peligrosos”, desde el punto de vista del rigor, ya que lo importante es identificar la información de calidad.
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=qLEBAPA7yqo]
- Hay más debate en youtube que en las aulas.
- Hay más rigor en muchos blogs que en diapositivas desfasadas
- Hay más respuesta tras un mail que en muchos despachos.
- Hay más refuerzo en una red social que entre el alumnado.
Cada día veo más lejos ese sueño lejano de acabar siendo profesor de universidad en estas condiciones y este contexto. Las ganas se han marchitado en demasiado poco tiempo, espero que la pasión de la docencia no se apague, y que encuentre de algún modo cómo canalizarlo, la vida se abre camino.
¿Cómo podremos enseñar mejor? Habrá que imaginarlo, al fin y al cabo, es lo que siempre hemos hecho.
—–
(Mod 27 enero) Aclaración surgida en Redes Sociales: El post habla del desaprovechamiento general de todos los D-N cercanos al ámbito universitario, no del mío propio.
No bajes los brazos, necesitamos cambiar desde dentro y tú debes ser parte del motor que genere ese cambio. A pesar de ANECAS, a pesar de JCR, a pesar de estancias en el extranjero… nadie podrá con lo que le da sentido a la docencia si ponemos de nuestra parte. No bajes los brazos Aitor, necesitamos empujar desde dentro y tú tienes que coger el timón.
Abrazo y gracias por todo.
Desde dentro siempre. Siempre hay que transformar los sitios, los sistemas y las entidades. Simplemente, a veces no es el momento, o no es la persona. Siempre hay métodos divergentes, distintos… este blog al fin y al cabo lo es.
Confío en el alumnado y el profesorado comprometido. La gente excelente que hay en esos colectivos conseguirá transformaciones, como siempre hemos hecho. Aunque sea lento.
Animo Aitor, yo abandoné la universidad hace ya mucho tiempo, viendo el panorama… la endogamia… las becas interminables… pero nunca dejé de querer seguir investigando y enseñando. Hay otras vías. Un abrazo.
Correcto Óscar, hay otras vías. Y el aula en el siglo XXI se ha transformado en sí misma: https://t.co/e7GZbxjOs6
A raiz de lo que comentas yo tenía la idea de sacarme un grado de técnico superior en dietética por libre y cuando he ido a mirar la bibliografía recomendada me encuentro libros con edición de 1998 completamente desfasados. Y mi pregunta es la siguiente, ¿De que vale sacarme un título que acredita algo para lo que no he sido preparado?, porque hablando con gente me cuentan que básicamente tienen que mentir sobre ciertas cosas en los exámenes para aprobar porque la teoría que reciben está desfasada.
Un abrazo.
El título acredita y permite desempeñar la profesión Alberto, en ese caso la de TSD. Es necesario que la administración garantice unos mínimos, pero también debería ser responsable de garantizar la calidad con unos estándares mejores que los actuales.
Te aconsejo que obtengas la titulación necesaria para tu desempeño, y ya de ahí en adelante te mejores lo mejor posible para hacerlo con excelencia. ¡Mucha suerte y ánimo!
Hombre es muy fácil rendirse porque esta todo en contra, ahí es donde tenemos que ser fuertes e ir contracorriente. Si, ser el raro, el loco, pero al final seras recordado por eso y no serás uno del montón. Seguir la corriente y no luchar contra ella es tan criticable como estar dentro de ella.
Pero las ovejas que se salen del rebaño nunca son cómodas para el pastor (pastores los hay a todos los niveles) 😉
Saludos, y gracias por compartir este desahogo de sucesos, frecuentes en muchas universidades de la región. Excelentes tus analogías con la religión y el fútbol. En cuanto al camino a seguir por el desgaste y desencanto que te produce el sistema, creo que ya lo estas haciendo en las redes. Es solo cuestión de ser serio. Excelente entrada.
Qué triste y qué real. Aunque nos lo ponen fácil para rendirnos, las ganas de cambiar, de mejorar, de aportar y de ENSEÑAR son mucho más fuertes. Los alumnos no son tontos y se dan cuenta de las carencias que hay en la universidad, a pesar de que no reaccionen a ello como debieran.
Hacen falta más inspecciones y controles externos que aseguren DE VERDAD una mínima calidad de la enseñanza, enseñanza que pagamos todos y a la que todos tenemos derecho. Y menos papeleo falso para medir la calidad interna, de endogamia, de perfiles y baremos tan ambiguos que las plazas siguen siendo a dedo, de pasotismo, de cada uno a lo suyo y que nadie piense en el beneficio de los alumnos, etc.
Gracias, Aitor, leer estoy hoy me hace sentirme menos sola en el camino…precisamente hoy…
Un abrazo y a seguir trabajando por cambiar las cosas. Siempre desde dentro, con ilusión y entusiasmo! Es la única forma de hacerlo, sobre todo si hablamos de enseñanza, pues aprendemos x emociones…
Un post magnífico!
No puedo sentirme más identificada con estas palabras, tanto que parece que yo misma las estuviera escribiendo.
Nuestra profesion, bien sabido por todos que es imprescindible, necesaria, primordial en una equipo multidisciplinar y siendo la única forma real de enseñar, que es sabiendo de primera mano que es ser Dietista y Nutricionista y poder compartir experiencias y conocimientos, pero por desgracia tiene un intrusismo que se sale de lo normal, desde empresas como Herbalife, entre otras, que nos dejan a la altura de la suela de un zapato, hasta muchas carreras sanitarias que pretenden ser Dietistas-Nutricionistas cuando son enfermeros/as, médicos/as, farmacéuticos/as, fisioterapeutas, etc. En fin, solo me queda la esperanza de que pronto desde los Colegios podamos hacer fuerza para definirnos en el sitio que nos correspon ocupar y hacer lo que nuestros colegas portugueses y hacen, denunciar el intrusismo sin titulación de Dietista-Nutricionista.
Vamos a intentarlo todos juntos!
Me parece acertado querer que más DN acaben como profesores de universidad de esa carrera, pero no veo cómo eso va a ayudar a mejorar la enseñanza. Sinceramente creo el buen profesor no depende de lo que haya estudiado o trabajado sino de sus aptitudes. Un profesor de universidad debería tener la capacidad suficiente como para aprender nuevas cosas si así se lo requiere el currículo a impartir. El cómo lo haga ya depende de cada uno. Yo no veo tanto problema en el llamado intrusismo como en la falta de métodos de control de la calidad de la enseñanza.
Uff! Después de escucharte en Santiago, he entrado en este blog esperando encontrar algún post sobre los beneficios de las nueces (ya sabes, para que mis compañeros no se rían de mí cuando me las como en el trabajo) y me he encontrado con esta entrada que me ha dejado completamente hundida…
No puedo hablar de universidades, pero soy profesora de instituto (público) desde hace 25 años y el panorama es desolador: estamos ahogados por unos programas absurdos y por una burocracia imposible. En vez de fomentar la curiosidad y guiar al alumnado en la búsqueda de respuestas parece que nuestro objetivo es aburrirlo, idiotizarlo y uniformizarlo.
También estoy de acuerdo que una parte importante del profesorado es cómplice de esta situación. Porque innovar exige mucho tiempo, trabajo, ganas, paciencia… y es más fácil “usar ese power point que tengo preparado” que admitir “esto es nuevo, no lo conozco, pero lo vamos a aprender juntos”.
Y si los jóvenes como tú ven tan difícil cambiar esto, ¿qué podemos hacer los demás?
Yo tengo el título de TSD, y ahora en la universidad estoy muy desilusionada, porque es tal y como describes.
Me encantaría aprender lo máximo posible sobre nutrición humana y dietética, pero con el profesorado que tenemos lo veo muy difícil, por no decir imposible, y yo no veo la forma de que los alumnos podamos cambiar la situación que hay. Es muy desmotivador.
Cuanta razón Aitor!! He llegado a tu blog a través del post de “si eres médico calla” y ando aquí leyéndome mucho de tus posts… Qué te voy a decir. Es muy triste la situación en la que se encuentra la formación universitaria. Lo peor es que luego aparte del dinero y tiempo “perdidos” toca formarte de forma autodidacta en muchísimas cosas y no te das cuenta del todo hasta que no te ves ante situaciones que te ponen a prueba. Por lo que se ve, este es el panorama de casi todos los graduados y licenciados en ramas sanitarias… Sin duda creo que es un punto en el que todos deberíamos luchar para mejorarlo.
Un saludo!!!