Es increíble cómo las personas podemos dar por sentadas ciertas cosas incluso cuando su refutación está a 5 metros y 3 segundos de distancia.
¿De dónde surge el mito del mapa de sabores?
Desde hace más de un siglo, en 1901, Hanig, un científico alemán concluyó tras un estudio que la sensibilidad a diferentes sabores de la lengua varía por lugares. Podríamos decir que es el origen de el típico mapa de sabores que se ha dado a conocer en todas nuestras escuelas, institutos y universidades.
Concluyan ustedes mismos si esa conclusión justifica la creación de un mapa semejante. De este pequeño “descubrimiento” la información se ha ido tergiversando en muchos sentidos, desde acercamientos más prudentes que simplemente decía que ‘había más concentración de papilas gustativas en ese punto’, hasta que las papilas de esas localizaciones ‘solo podían detectar ese sabor’.
Curiosamente, este tema viene muy a colación de uno de los post recientes, ¿son suficientes las justificaciones de la dieta paleo?, y es que el propio mapa de sabores era justificado desde un punto de vista del utilitarismo evolutivo, que muchas veces nos dice que ‘estamos diseñados para’, o que ciertas cosas en nuestro cuerpo responden a “motivos“, y no evolución. Casi rozando el diseño inteligente.
Con esta misma premisa, se llegó a explicar el mapa de la siguiente manera:
Como la mayoría de venenos son amargos, las papilas gustativas que mejor los detectan están al fondo, para en última instancia poder vomitar o evitar tragarlos.
Como el dulce está asociado a energía, y en épocas de escasez era interesante introducirlo, por eso produce una sensación agradable. A su vez, está al principio de la lengua para permitirnos identificar alimentos.
Estas eran entre otras, las argumentaciones que se daban para explicarlo, (curiosamente nunca he encontrado un motivo para el ácido y el salado) y es que sinceramente corremos el riesgo de interpretar “la voluntad de la evolución”, cuando es algo que verdaderamente no existe como tal. ¿Responden las tradiciones culturales a elementos “útiles”? Depende.
¿Cuándo se desmiente? (Aunque no hacía falta)
Fue más adelante cuando en un estudio de 1974 de Virginia Collins confirmó que el mapa en sí es un mito, es cierto que hay diferencias de recepción de sabores en la lengua, pero no siguen un patrón concreto en las personas y las diferencias son pequeñas y poco consistentes.
Curiosamente todas y cada una de nuestras papilas gustativas son capaces de detectar todos los sabores, por lo que las pequeñas diferencias responden más a variaciones mínimas en la sensibilidad.
Podéis comprobar en vuestra propia casa y con diferentes personas como la distribución no es homogénea, ni responde a un patrón concreto. Recuerdo como con mis compañeros de clase fallábamos en los experimentos de fisiología y no nos daba ni el mismo mapa, ni mucho menos parecido al original. Y eso, a pesar de la sugestión que puede producir un experimento que te intenta demostrar un dogma. No olvidemos que la influencia psicológica que tiene nuestro sentido del gusto es enorme.
Han pasado más de 100 años desde una conclusión muy abierta que no justificaba ese mapa, y casi 40 desde que se desmontara del todo. Hoy, en el 2015, la gente en la calle sigue siendo creyéndolo, y lo peor de todo, sanitarios y profesionales de estas ramas científicas siguen aprendiéndolo como un dogma. ¿Por qué ahora? Personalmente me veo obligado a escribir de este tema mientras futuras generaciones se examinan del mismo.
Interesante!
Esto es como lo de las 6 patas de la araña de Aristóteles…
Qué interesante este post Aitor, me lo guardo!!!!!
Como imaginarás incluso en las facultades de medicina aun se imparte el modelo antiguo. Un saludo y gracias por tus aportaciones!!
Aun nos enseñan esto en fisio y anato! increible!