Hace 5 meses, justo antes de que llegasen las vacaciones de verano, compartí una lectura recomendada en el blog, la historia correspondía a un cuento, en concreto uno muy especial que había llegado a mis manos hace mucho tiempo y que consigue hacer una gran metáfora con un producto alimentario como protagonista, se trata de “La Isla de los polos de limón”.
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Creo que es llamativo cómo en tan pocas líneas de lectura se pueden abarcar tantos temas, tan relacionados, de una forma tan didáctica y además con una metáfora que lo hace entendible y cercano.
Pues hoy os traigo una sorpresa, un cortometraje que ha sido ganador nacional en su categoría (6 a 14 años) en el VI Certamen de Cortos scout de ASDE, que es precisamente una adaptación de este cuento.
Esta misma historia, que usé junto con otros voluntarios como herramienta pedagógica con los chavales de mi asociación, fue la que dio nacimiento a este corto. Los niños y niñas tienen entre 8 y 11 años, la historia les gustó muchísimo y como somos un grupo muy dado a usar los medios audiovisuales decidieron usarla para rodar un cortometraje de 8 minutos, pedimos permiso a Antonio Mejías, el ilustrador del cuento que podéis encontrar aquí. Y nos pusimos manos a la obra.
Quería analizar algunos de los aspectos que el corto-cuento trata, y valorar cómo con metáforas, se puede hacer llegar hasta un niño, conceptos tan complejos como la deuda externa, el impacto ambiental, la deforestación, la influencia de la publicidad sobre el comportamiento del consumidor, la solidaridad, las necesidades.
¿Las necesidades se crean, o son los deseos?
Los habitantes de Surata, son felices, están en una isla feliz, sus necesidades esenciales están cubiertas, pero en la Isla aparece de pronto un bombardeo de anuncios y promoción agresiva de polos de limón, encabezada por deportistas, actrices y cantantes; gente influyente, conocida y con capacidad de convencer a la población. Tras este aluvión de anuncios, hay una compra compulsiva de polos de limón.
Los expertos en Marketing dicen que desde su enfoque, no se crean necesidades, sino “deseos para satisfacer una necesidad básica que ya existía”. Esto es una cuestión puramente semántica, lo pueden llamar “X”, lo pueden llamar “Y”, lo pueden llamar “necesidad de refrescarse canalizada por el deseo de un polo de limón”. Lo que está claro es que los habitantes, antes no querían, ni se planteaban, ni barajaban consumir un polo de limón, después de la estrategia publicitaria, sí.
Efecto dominó medioambiental
La simplicidad de cómo se desequilibria la homeostasis ambiental es fascinante, un corte de árboles, cada vez mayor, desencadena menor superficie de sombras, más consumo de helados que implica cortar más árboles, menos sombra, más calor… al final, la isla queda desprotegida ante un desastre medioambiental, que en otras condiciones habría sido unas simples lluvias.
De esta manera se hace hincapié en la vulnerabilidad, y en el porqué los países en vías de desarrollo son los más afectados ante estos eventos puntuales.
La deuda externa:
La isla de Surata entra en una espiral infinita de dependencia de Nortalia. Lo que en principio suponía un simple acuerdo comercial con cesiones, se convierte en una forma de hipotecar el futuro de la isla: comienza con la petición de productos que nunca había necesitado, como unos polos de limón, y termina con la intervención de Nortalia con unos servicios impensables hasta entonces, como es el de ocupación militar y ayuda humanitaria.
Los chavales muestran además de forma gráfica la transformación de los dirigentes, cómo el poder los deshumaniza, se aprecia perfectamente que, lo que al principio era una negativa a un trato comercial que no beneficiaba a los habitantes de su isla, se convierte en un callejón sin salida por no haber priorizado el interés común.
¿Un final feliz?
El cuento abre la posibilidad de terminar la historia a conveniencia, en este corto en concreto los chavales vislumbraron la posibilidad de la solidaridad, solidaridad no sólo entendida como cesión de lo que me sobra, sino de compartir lo que las personas tenemos.
Tener una perspectiva de cómo se había asentado la problemática ayudó a los ciudadanos del Norte a empatizar con la isla destruida del Sur, y ayudar a su reconstrucción. Y no sólo eso, sino a recordar mediante un símbolo lo sucedido, tener perspectiva histórica, no repetir los mismos errores, que nadie en el futuro tuviera que enfrentarse a la misma desgracia.
¿Qué tiene que ocurrir en este mundo real, el de islas y continentes, para acabar con el egoísmo actual que impera? ¿Por qué hemos llegado al punto en que la avaricia y la codicia parecen valores intrínsecos al ser humano?
¿En qué momento las personas dejamos de pensar como los niños?
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