La Asociación Española de Pediatría en su documento de alimentación del recién nacido sano nos dice “todos los recién nacidos tienen derecho a recibir la leche de su madre y estas a su vez a recibir el apoyo para sus lactancias “. En esta situación está ahora mismo Mario, y muchos otros niños que se enfrentan a sus primeros meses de vida. Para este periodo de tiempo la recomendación general es la de amamantar al niño los seis primeros meses de vida y desde ese momento entrar paulatinamente con el Beikost.
Los beneficios de la leche materna son tan innumerables que nombrar unos pocos sería hasta injusto para ella, y no entendiéndolo sólo en materia de salud para el recién nacido, también a nivel afectivo y para la propia madre. Los estudios, las tesis, los libros y los manuales lo evidencian. Y hasta las empresas que comercializan fórmulas infantiles están sujetas a tener que reconocer esta realidad, de manera que la promoción de la lactancia materna es de las intervenciones más agradecidas y útiles que podemos hacer en salud pública.
Hablar de los beneficios, la composición nutricional o la manera en la que llevar una adecuada lactancia no sería muy novedoso, de manera que desde esta entrada vamos a abarcar un tema que está a la orden del día, y es la acumulación xenobióticos en nuestros entornos, nuestra comida y de ahí el paso a la leche materna.
En primer lugar, matizar que a día de hoy a pesar de encontrar contaminantes en la leche materna, (esto es un síntoma de contaminación ambiental) sus beneficios son notablemente superiores al perjuicio de esta presencia exógena en su composición, de manera que sigue siendo la primera elección y los beneficios de los lactantes son aún mayores que los niños alimentados con fórmula. El hecho de que se den estos datos a nivel público es debido a que por la composición lipídica de la leche, esta es un indicador de contaminación, (debido a que la mayoría de los tóxicos son liposolubles)y no tanto por suponer un riesgo para la lactancia. Además, la transmisión de estos mismos tóxicos es más importante a nivel placentario durante la gestación que durante el amamantamiento (Children’s health and the environment).
De ahí que la tendencia no sea la supresión de la lactancia materna, ni la alimentación con fórmula, sino la reducción a la exposición de contaminantes con las siguientes prácticas.
-Reducción del consumo de grasa de origen animal: (no tiene nada que ver a los motivos que se dan por prevención cardiovascular en alusión al perfil saturado de algunas grasas animales) es debido a la acumulación que tiene lugar en esta fracción en los animales y humanos. El motivo es la liposolubilidad de los xenobióticos y al efecto de bioacumulación durante muchos años. Esta misma recomendación se hizo extensiva por la AESAN a atún rojo, pez espada, acelgas y espinacas durante embarazo, lactancia y primeros años de vida por la alta presencia de metales pesados.
En este grupo de alimentos señalados debería reducirse el consumo de derivados cárnicos, especialmente embutidos y patés.
-Higiene en la cocina al trabajar con productos vegetales: esto incluye el pelado y lavado de frutas y verduras para reducir la exposición a herbicidas, plaguicidas, fungidas y demás sustancias de control en cultivos.
-Utilización de plásticos homologados, recipientes de cerámica o vidrio: Algunas sustancias como el bisfenol-A (también presente en muchos empastes dentales blancos) han demostrado tener función de disruptores endocrinos pudiendo acumularse y alterar procesos hormonales en el niño. La migración envase-alimento de estas sustancia se incrementará al someter a estos polímeros al calentamiento o la acción del microondas.
-Atención a la grasa corporal: El crecimiento de un niño obeso propiciará una mayor masa grasa diana para poder acumular xenobióticos en el organismo, por contra, la madre que ya tiene contaminación ambiental en su materia grasa debe evitar someterse a dietas estrictas que movilicen mucho compartimento graso, de manera que se vehiculicen los tóxicos almacenados en las regiones lipídicas.
-Reducir o evitar el consumo de ahumados (embutidos, pescados), alimentos quemados o a la brasa debido a la producción de sustancias carcinogénicas que conllevan.
-Evitar la exposición a contaminantes ambientales (en entorno laboral y hogar) también al tabaco y alcohol.
Ahora estoy embarazada, y sumando los kilos que acumule antes de lograrlo (he terminado con tratamiento y icsi) más los que he cogido ahora (unos 14)… mi peso no creo que sea muy conveniente para mi salud…
Me han recomendado no ponerme a dieta en el embarazo (tampoco pasarme…).
Y, leyendo veo que tampoco en la lactancia debería… ¿No?… Quizá no lo he entendido bien….