Probablemente la relación entre genes y nutrición sea uno de los temas que más posibilidades de futuro presentan, es imposible abarcar la cantidad de interrelaciones que hay entre nuestra programación genética y la alimentación. Estos fenómenos se dan en una doble dirección: la Nutrigenética (¿cómo influyen nuestros genes en la respuesta que tenemos frente a los alimentos?) y la Nutrigenómica (¿cómo influyen los alimentos en la expresión de nuestros genes?).
Las frases “esto a mí me engorda”, “tengo un amigo que come lo que quiere y no gana peso”, “me es imposible adelgazar”… aunque no son ciertas es sí mismas, tienen en ocasiones mucho fundamento, porque ninguna persona responde de la misma manera ni a un alimento (ni a un fármaco, ni a nada).
Y es que en este caso, la obesidad es una enfermedad en la que se juntan factores ambientales (lo que comemos, nuestro gasto energético…) y factores genéticos. Para desarrollar un fenotipo obeso, es necesaria una sinergia entre estos pilares.
NADIE ES INMUNE A LA OBESIDAD, Y TAMPOCO SE ESTÁ CONDENADO A PADECERLA. Al fin y al cabo vendrá determinada por un balance energético. No puedes engordar si comes menos energía de la que gastas (pura termodinámica) pero sí puedes almacenar más cantidad de energía que otra persona con un mismo alimento. Todo por predisposición genética.
¿Cómo puede influir la genética en la obesidad?
Es sencillo, cualquier cambio-mutación-polimorfismo de un gen que influya por ejemplo en el metabolismo energético, el almacenamiento de grasa corporal, apetito, saciedad… podrá influir. Y como en la nutrición intervienen una cantidad tan compleja de interacciones, se propicia que pequeñas modificaciones genéticas (polimorfismos) puedan tener repercusiones en lo que “expresamos”, en este caso una obesidad.
Influencia en el hambre y la saciedad
Se puede dar predisposición genética a la obesidad si tenemos una regulación que nos conlleve un mayor apetito o umbrales de saciedad mayores. Modificaciones en la expresión genética de Leptina (LEP y LEPR), Neuropéptido Y (NPY), Receptor de Melanocortina (MC4R) están relacionadas con estas alteraciones.
Genes que también regulan estos aspectos serían MSH, AGRP, CART… entre otros.
Influencia en el gasto energético
En este sentido podemos encontrar ejemplos en personas que tienen una termogénesis reducida, lo que conllevaría un menor metabolismo basal, traduciéndolo en personas que “gastan menos energía” de forma basal.
Los mejores ejemplos en esta parcela serían las proteínas desacopladoras de la termogénesis (UCP) y gen ADRB.
Influencia en la adipogénesis y lipolisis
Esto se referiría a modificaciones genéticas a la hora de “quemar” y almacenar grasa. Hay personas que tienden a desarrollar un fenotipo obeso por estos motivos.
Los culpables que están en el punto de mira son PPARG, TNF, FABP…
Estas evidencia indican “predisposición” a una obesidad, que la mayoría de las veces es poligénica (producida por varios de estos genes), aunque hay excepciones monogénicas. Si estáis más interesados aconsejo leer la siguiente bibliografía:
Hola Aitor!
Qué tema tan interesante eh!, ¿hasta qué punto es cuestión de genética y no de epigenética? ¿o es un tema demasiado en pañales?, es que no puedo evitar pensar en el caso de la relina, que es una proteína que se expresa hasta un 50% menos en la esquizofrenia (intentan utilizarlo como biomarcador, porque es fácil encontrarla en sangre), e hicieron una prueba aumentando la proporción de un aminoácido en la dieta (no recuerdo ahora mismo cual), y éste, mediante mecanismos epigenéticos, regulaba dicha expresión…
Me pregunto si ya hay algo investigado en esa dirección, cómo afectan los diferentes tipos de aminoácidos a la expresión de esas posibles dianas de la obesidad…
Como referencia a lo dicho, dejo esto 😀
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15581396
Creo que Caruncho HJ es un autor de referencia en ése aspecto (Esquizofrenia, Reelina y su regulación)
Un saludo!
Hola Antonio,
Del tema que traes a colación, de la Relina y esquizofrenia no puedo aportar más de lo que tú mismo has hecho en tu comentario.
Respecto al tema de genética, van de la mano, la genética y la epigenética al fin y al cabo desembocan en un fenotipo en el que las variables son prácticamente infinitas. Creo que no me equivoco mucho vaticinando la importancia que va a tener el “programming” de aquí a unos años. Si la tendencia preventiva se mantiene y se instaura de manera responsable, debería ser así coherentemente.
Sin duda, las “-ómicas” van a ser clave en esto y todavía nos falta muchísimo para poder interpretar con claridad la modulación de la expresión de los genes.
¡Tiempo al tiempo!